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La esquizofrenia se manifiesta con una igualdad sorprendente en ambos géneros, sin diferencias notables en su incidencia. 

 

Sin embargo, es relevante destacar que esta afección suele asociarse de manera más marcada con individuos del sexo masculino en edades tempranas. Esto podría atribuirse al hecho de que, en general, las mujeres experimentan el inicio de la esquizofrenia a una edad más avanzada que sus contrapartes masculinas. De manera típica, las mujeres suelen comenzar a manifestar síntomas alrededor de los 20 años, mientras que los hombres tienden a experimentarlos en sus alrededores de los 20 años de edad.¹

Adicionalmente, se observa que las mujeres que padecen esquizofrenia tienden a ser más activas socialmente, lo que puede hacer que sus síntomas pasen más desapercibidos en comparación con sus pares masculinos. A pesar de que los criterios de diagnóstico de la esquizofrenia son uniformes para ambos sexos, existen notables discrepancias en la forma en que se presenta la enfermedad en cada género. Por ejemplo, las mujeres presentan una mayor propensión a experimentar síntomas relacionados con la depresión y la ansiedad, lo que podría aumentar su vulnerabilidad al suicidio.²

En estudios de gran envergadura, se ha observado que las mujeres diagnosticadas con esquizofrenia exhiben niveles más elevados de actividad física y hostilidad en comparación con los hombres que comparten el mismo diagnóstico. Además, pueden ser más propensas a experimentar alucinaciones auditivas, junto con delirios paranoicos y persecutorios.

Estos delirios, en ocasiones, implican sospechas infundadas, como la creencia de que su pareja les está siendo infiel, a pesar de la falta de evidencia que respalde tal afirmación. Los delirios de persecución, por otro lado, se caracterizan por la creencia de que están siendo maltratadas, incluso en ausencia de pruebas que lo confirmen. Es importante tener en cuenta que no todas las mujeres con esquizofrenia manifiestan estos síntomas, pero se han documentado estos patrones en investigaciones previas.³

En general, las mujeres que sufren de esquizofrenia tienden a presentar un mejor funcionamiento social en comparación con sus contrapartes masculinas. Este fenómeno suele ser indicativo de una forma menos severa de la enfermedad y se asocia frecuentemente con el inicio más tardío de los síntomas. Asimismo, se ha observado que las mujeres con esquizofrenia tienen estancias hospitalarias más cortas y requieren menos hospitalizaciones en comparación con los hombres que padecen la misma afección. Cabe mencionar que los desequilibrios hormonales, como la disminución de los niveles de estrógeno, podrían influir en este retraso en el inicio de los síntomas. Sin embargo, es importante destacar que esta disparidad en la edad de inicio no se manifiesta de manera uniforme en todos los grupos étnicos. Por ejemplo, estudios realizados en la India no han revelado diferencias significativas en la edad promedio de inicio entre hombres y mujeres.

Además, se ha descubierto que las mujeres a las que se les ha diagnosticado esquizofrenia tienen una mayor propensión a casarse y tener hijos en comparación con aquellas que no padecen la enfermedad. Paradoxalmente, también tienen una mayor probabilidad de embarazos inesperados. En los países desarrollados, se registra un mayor número de mujeres sin hogar que sufren de esquizofrenia en comparación con los hombres en una situación similar.

A diferencia de los hombres, las mujeres tienden a tener una menor probabilidad de desarrollar trastornos relacionados con el abuso de sustancias o problemas de tabaquismo. Es importante mencionar que las mujeres mayores, en comparación con los hombres mayores, experimentan con mayor frecuencia un trastorno de movimiento involuntario conocido como discinesia tardía grave (TD), que generalmente se manifiesta en la mandíbula, los labios y la lengua y es causado por el uso de medicamentos antipsicóticos. Por último, ser una mujer con esquizofrenia se relaciona estrechamente con una mayor incidencia de migrañas y problemas de tiroides.